EL MERCURIO
Estudio de Pivotes:
La disrupción prolongada de clases impacta en los ingresos futuros y hasta disminuye el PIB del país.
Dentro de los países de la OCDE, las escuelas públicas de Chile ocupan el décimo puesto entre aquellas con las pausas más prolongadas, sumando 16 semanas de vacaciones —como mínimo y sin contar los feriados— en un año.
A ello se agregan disrupciones no contempladas, que van desde las paralizaciones convocadas por el Colegio de Profesores (como ocurrió con los establecimientos administrados por el Servicio Local de Educación Pública en Atacama) hasta suspensiones por posibles disturbios, como fue el caso de algunas comunas el pasado 18 de octubre.
“Desde la época de la pandemia —en que hubo una extensa interrupción de clases presenciales— creo que quedó claro que en el país parece existir esta percepción de que no es tan costoso que los niños no asistan a clases, que en realidad lo que se pierde son días que se pueden recuperar. Pero lo cierto es que el tema es mucho más complejo y lo que está en juego es mucho más de lo que parece”, explica Bárbara Manríquez, economista de la U. de Chile, actualmente especializándose en la U. de Harvard, además de investigadora del laboratorio de políticas públicas Pivotes.
Fue a través de esta fundación que Manríquez elaboró un estudio para mostrar “qué es lo que está en juego” al tener disrupciones largas y recurrentes.
“La idea de este estudio era poder transmitir, de una forma más concreta, en qué se traducen esos días de pérdida de clases, tanto para los estudiantes y sus aprendizajes, pero también para el resto de sus vidas, en cosas como sus salarios. Y también para la economía en su conjunto, porque la educación es uno de los determinantes más fuertes del desarrollo de los países en el largo plazo. Acá no solamente está en juego el desarrollo individual de los niños y niñas, sino también de todo el país”, señala.
El primer paso fue reunir estudios internacionales que tocaran el tema, publicados en revistas de prestigio. “Lo que se hace para poder tener una medida más menos estándar sobre el logro educativo es hablar en términos de un indicador estadístico, que son las desviaciones estándar. Para hacerlo más comprensible, eso lo tradujimos a puntos del Simce, que equivalen al caso de que esos estudios se hubiesen realizado en nuestro país”.
De esta forma, por ejemplo, vieron que con base en un estudio desarrollado con escuelas gratuitas en Madrid se puede concluir que dos semanas menos de clases se traducen en una disminución equivalente a 6,5 puntos del Simce.
Investigadores en Colombia analizaron el efecto de las huelgas de profesores en ese país. Con esa base, desde Pivotes se plantea que estos paros pueden llevar a perder 1 punto del Simce cada tres a cuatro días, siendo los efectos aún mayores en el caso de aquellos que se extienden mucho.
Tomando diversos estudios que analizan el impacto de perder clases sobre los ingresos laborales, la investigación local también plantea que “una persona cuyo sueldo potencial es equivalente al promedio de Chile ($758.000) podría experimentar pérdidas de ingreso a lo largo de su vida de entre $6,5 millones (si pierde el 25% de los días de clases en un año escolar) y $26,6 millones (si pierde el 100% de un año escolar)”.
Sobre el impacto a nivel nacional, se indica que en Chile las pérdidas de clases en un año escolar en todo el territorio se podrían transformar, durante el resto del siglo 21, en pérdidas del PIB que van desde los $144 millones de dólares.