EL MERCURIO
Boric y la educación: vine, vi, ¿vencí?
Señor Director:
Llegó al poder con una promesa audaz: reformar la república, eliminar la corrupción y el abuso de poder. Prometió reformas decididas y un gobierno centrado en el pueblo, pero apenas ascendió a la más alta magistratura, se encontró enredado en la política y tuvo que dar giros inesperados. Ocurrió hace dos milenios, pero la historia de Julio César sigue resonando hasta nuestros días. Su cruce del Rubicón marcó el comienzo de un nuevo capítulo en la historia de Roma, pero luchas internas lo distrajeron, se distanció de su compromiso inicial con las reformas y terminó alejado de sus más cercanos.
Su historia nos enseña que incluso los líderes más carismáticos pueden perder el rumbo en medio de luchas políticas. En el caso de Gabriel Boric, su ascenso al poder estaba impulsado por una causa emblemática: la educación pública de calidad. Algo que vivió uno de los momentos más críticos durante la pandemia.
Hoy, el Presupuesto 2024 registra escasos US$ 33 millones asignados para la recuperación educativa; las estimaciones apuntan a que se necesitan US$ 3.500 millones. Tuvo que echar marcha atrás cuando intentó dejar sin financiamiento los Liceos Bicentenario —la iniciativa más exitosa de la educación pública en la actualidad—, pero hasta agosto solo ejecutaron el 11% del presupuesto asignado. Los liceos de excelencia siguen en los titulares por casos de violencia, y la promesa de condonar el CAE se volvió más prioritaria que los estudiantes vulnerables en edad escolar.
La grandeza de un líder se mide por su capacidad de sortear obstáculos y enmendar el rumbo en beneficio del país. El Presidente Boric tiene la oportunidad de aprender del pasado y redescubrir su papel como líder de la educación pública en Chile.