LA SEGUNDA
Estado sin pitutos
Señor Director:
El telefonazo de la diputada Orsini, la querella contra la alcaldesa Ripamonti y las asignaciones a Democracia Viva nos recuerdan que la conducción del Estado, en cualquiera de sus poderes y niveles, no puede seguir descansando en la superioridad moral de legisladores, alcaldes y seremis, ni en ninguna ética de quienes ocupan cargos públicos.
La política pública tiene por finalidad esencial establecer reglas conocidas para que la conducta de las personas que reciben y administran el dinero de los contribuyentes no dependa de sí mismas, sino que de las orientaciones normativas que ésta establece.
Los casos mencionados son meros ejemplos de un grave problema de diseño institucional de nuestro Estado, el cual urge modernizar desde sus bases constitucionales. Para ello, Pivotes está impulsando la iniciativa popular de norma “Por un Estado sin pitutos”. Esta nueva Constitución nos da la oportunidad para acabar con este mal desde la raíz.