LA TERCERA

La evidencia y el queso

Por: Joaquín Barañao

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SEÑOR DIRECTOR

Lo natural es tomar decisiones en base al sentido común. Generalmente es un atajo útil, pero de vez en cuando nos traiciona. El agua sólida es menos densa que la líquida, las aves son reptiles y los hongos están taxonómicamente más cerca de los animales que de las plantas.

Macarena García nos recuerda en su columna cómo ciertos aspectos del mercado laboral pertenecen también al club de los contraintuitivos.

El sentido común señala que toda regulación que obstaculice el despido beneficia a los trabajadores asalariados, pero la evidencia de países más prósperos sugieren algo diferente. Y no es difícil comprender por qué la intuición inicial aquí falla. Los pocos que evitan el despido son visibles, y los muchos perjudicados invisibles. Son miles los emprendimientos que nunca se llevan a cabo, las expansiones que no se concretan y las automatizaciones que se aceleran como consecuencia de las rigideces. Lo que beneficiaría en forma estructural y permanente a los trabajadores es un mercado laboral boyante, y eso requiere de un adecuado equilibrio entre movilidad e indemnización justa, que no es sinónimo de máxima.

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