LA SEGUNDA
Modernización
Señor Director:
El 2023 dejó al desnudo el talón de Aquiles de nuestro Estado: un régimen de empleo público anacrónico, anquilosado y perverso, que le entrega al Ejecutivo discrecionalidad total para contratar funcionarios de su exclusiva confianza. La paradoja es que cambiarlo es virtualmente imposible, porque requiere alineamiento en un sistema político fragmentado en el que priman fuerzas centrípetas. De ahí que la nueva Constitución ofrecía una salida: un ajuste al sistema político y un mandato al legislador para crear un nuevo estatuto administrativo. Fue una gran oportunidad, y como muchas otras cosas buenas, se perdió en una seguidilla de errores de los que no cabe ya ahondar.
Todas las esperanzas están hoy depositadas en las 12 iniciativas de reforma al Estado contenidas en el pacto por el crecimiento económico, el progreso social y la responsabilidad fiscal anunciado por el Ministerio de Hacienda, especialmente en la implementación de la agenda de fortalecimiento del empleo público y en la creación de una agencia de calidad de políticas públicas.
Tal vez 2024 traiga más sobriedad y mesura, y podamos canalizar la energía desplegada en acometer la tarea más importante que tenemos por delante.