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Curatoría Política de Paula Streeter
Buen juicio para el TPP-11
La discusión sobre la aprobación del Tratado Integral Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), también conocido como TPP-11, ha ocupado en los últimos días un lugar relevante en la discusión pública, luego de las declaraciones de la ministra del Interior Carolina Tohá para avanzar en este acuerdo.
Este tema ha generado diferencias y declaraciones en distintas direcciones por parte del oficialismo. El Presidente Boric fue claro al decir que como gobierno no estaban realizando gestiones para avanzar en el acuerdo y que éste no era parte de su programa; por su parte, el ministro Marcel dio señales claras al decir que si el acuerdo se aprueba en el Senado el gobierno no se opondrá. Por otro lado, RD dio a conocer a fines de esta semana una declaración donde presenta su oposición al tratado. De manera contradictoria señala que sí está a favor de las “side letters” o cartas paralelas, que sirven para buscar una forma de solucionar ciertas controversias, pero que solo existen y tienen utilidad si se firma el acuerdo.
A pesar del revuelo, y poca unidad desde el oficialismo, pareciera que hay un buen espacio en el Senado para su aprobación. Hay que ver las oportunidades de este tratado, sobre todo en un contexto de años complejos para la economía y cómo se pueden entregar certezas para inversión nacional e internacional. Tal como señala en una columna de opinión Soledad Alvear, hoy es un buen momento para avanzar y retomar esta discusión alejada de la Convención Constitucional que llenó de slogans y prejuicios el debate.
Algo que no solo ocurre en este tema, pero que ha quedado en evidencia con el uso de datos y argumentaciones incorrectas y extemporáneas para justificar una oposición más ideológica que concreta.
Pero como indica la excanciller, y se hace evidente con las declaraciones divergentes desde el oficialismo, la tarea presidencial será saber alinear con buen juicio los argumentos y voces de su propia coalición, donde no pocos estarán en contra del tratado, y liderar desde un debate crítico y técnico el interés nacional y el bienestar de miles de chilenos. Más que nunca, en estos momentos ese buen juicio es necesario para avanzar en política exterior de largo plazo.
Enfocar en las verdaderas urgencias sociales
El debate constitucional continuará en los próximos meses, y probablemente se tomará parte de la agenda. Sin embargo -y varios ya lo han alertado-, existen temas urgentes que abordar y la política no puede seguir distanciada de las verdaderas preocupaciones de las personas.
Eso no implica descartar el debate constitucional, al contrario. Sin lugar a dudas es una discusión relevante, y es el debate que en un futuro dará el marco habilitante para soluciones de largo plazo, pero para que esa discusión no se distancie de la realidad y contingencia se requiere hoy poner foco en esos dolores, lo que además ayudará a que el documento esté más sintonizado con los problemas de nuestra sociedad.
“Respuestas y soluciones contundentes”, fue lo que dijo en su discurso del 4 de septiembre el Presidente Boric, haciendo alusión a los desafíos y demandas urgentes que no pueden esperar que se termine la discusión constitucional para avanzar en ellos y buscar soluciones. Mencionó temáticas como acceso a la vivienda, violencia en el sur de Chile, la inseguridad, el costo de vida y la reactivación de la economía, entre otros.
En este sentido, el gobierno debe hacerse cargo de temas que preocupan y ya no pueden esperar, como son la inflación, la inseguridad, la pérdida de la comunidad y la brecha educativa producto de la pandemia; la salud, el empleo y el crecimiento, para lo cual debería generar una agenda de acciones, para dar señales concretas.
¿Es la velocidad de los cambios?
El Presidente Boric, en su discurso en la Universidad de Columbia, señaló que dentro de los aprendizajes que deja el plebiscito del 4S y el contundente triunfo del Rechazo, es no solo una actitud humilde para entender lo ocurrido, sino también que ellos quisieron ir demasiado rápido y que los cambios requieren plazos más lentos. Es un análisis legítimo, pero ¿es efectivamente eso lo que quisieron decir los casi 8 millones de chilenos que optaron por esa alternativa? ¿Es solo un tema de velocidad de los cambios propuestos por la Convención lo que no convenció a los chilenos y chilenas, o fueron sus contenidos los que no lograron conectar con la ciudadanía?
El duro golpe que significó la derrota del Apruebo ha dejado a sus mayores promotores, los partidos de gobierno, en estado de negación. Es relevante entender qué fue lo que no convocó a un número tan amplio de chilenos, que sin ir más lejos es el doble de los votantes que eligieron al actual gobierno. No hay que olvidar que en las zonas rurales y gran parte de comunas en situación de marginalidad no tuvieron eco las ideas de la Convención.
El resultado electoral del proceso vivido ha dejado varias lecciones. Una de ellas fue conocer lo que la gran mayoría estaba sintiendo y que se expresó en todas partes de nuestro país. Así quedó de manifiesto en las votaciones de los pueblos originarios, de las mujeres, la juventud, de los adultos mayores y del mundo rural, por citar algunos. Por eso es clave que el gobierno mire con atención lo ocurrido y dé respuestas hoy, ya que hay temáticas donde la rapidez que se requiere es urgente. Pero además, esas respuestas requieren que se miren los territorios en sus particularidades sin homogeneizar, y escuchar esas voces que surgen en el plebiscito y que no se veían.
¿Otra vez los 30 años?
La polémica del embajador de Chile en España ha generado bastante controversia, principalmente por no distanciar sus opiniones políticas personales de su rol público, y también por denostar o desconocer los avances que efectivamente ha tenido Chile en los últimos años y que, por lo demás, partidos que hoy están dentro de la coalición de gobierno fueron quienes ayudaron a obtenerlos.
Estos dichos, por lo demás contrarios a declaraciones realizadas por el mismo Presidente, generaron molestia en varios exministros de la Concertación que hicieron público su descontento.
El punto aquí no es quedarse en este hecho en particular, poco afortunado por lo demás, sino volver a poner en la discusión un tema que ha sido recurrente en los últimos meses, que es denostar a las generaciones que han construido y gobernado Chile en los últimos años, creer tener cierta supremacía moral, y, por sobre todo, olvidar parte de la historia de nuestro país. Es una receta que no ha dado buenos resultados, e insistir en ella abre el camino de la división, incluso al interior del propio oficialismo.