LA TERCERA

Ganó el “En contra”, ¿ahora qué?

Por: José Antonio Valenzuela

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No sorprende este nuevo fracaso, hace rato que el debate constitucional le interesa a muy pocos. En ese escenario, intentar ganar mediante “contenido popular” era una estrategia sumamente arriesgada, que a la luz de la evidencia, fracasó. Lo que es claro es que la ciudadanía nos dijo fuerte y claro que por favor abandonemos el tema.

¿Fue un error embarcarse en estos cuatro años de intentos constitucionales? Yo creo que no. Todos son generales después de la batalla, y quizás el tiempo dará perspectiva, pero lo que es claro es que en un momento especialmente complejo pareció ser de las pocas alternativas que teníamos a mano.

Ahora surge la premura por cambiar el foco. La salud, las pensiones y la seguridad ciudadana son y deben ser la prioridad en el corto plazo, pero hay motivos estructurales por los que llevamos una década sin avances en estas y otras materias, y ese inmovilismo no distingue según el color del gobierno. Esos motivos son al menos cuatro crisis estructurales que, si no se abordan en conjunto con las urgencias de corto plazo, auguran profundizar los males que hoy nos aquejan.

En primer lugar, una crisis económica y un desaprovechamiento de capacidades productivas. Industrias en las que tenemos ventajas comparativas, como son la minería, la acuicultura, el hidrógeno verde o los servicios ecosistémicos, están atascadas y muestran pocas señales de revitalización. A esto hay que agregar un sistema de permisos que acentúa ese atasco y desincentiva la inversión.

Segundo, una crisis educativa. Nuestros niños no están recibiendo los contenidos mínimos que les permitan enfrentar la vida adulta, el 60% y el 82% de los niños de cuarto básico, en lenguaje y matemática respectivamente, no cuentan con los conocimientos y habilidades propias de su edad. Junto con esto, la escuela ha dejado de ser percibida como un lugar que aporta valor, al punto que hoy cierran con una facilidad nunca antes vista.

Tres, una crisis del Estado. El empleo público no ha logrado una profesionalización adecuada. Con la entrada de un nuevo gobierno son 741 los cargos que el Presidente remueve y nombra a su voluntad, y cerca de 1.900 aquellos en los que puede influir de forma inmediata. A esto se agrega un Congreso cada vez más fragmentado, con 22 partidos políticos con representación parlamentaria. Todo esto dificulta acuerdos en las materias más sustantivas.

Por último, una crisis de empleo. Donde la informalidad se ha convertido en un problema endémico, lo que seguramente se agravará con una serie de reformas financiadas en base a impuestos al trabajo. A esto se suma la dificultad de nuestra economía de crear empleo privado, fuente de trabajo que, a diferencia del público, lleva años estancada.

El nuevo ciclo que se inicia con el segundo rechazo que vivimos el domingo trae aparejados dos riesgos: el inmovilismo y el corto placismo. El gobierno puede dedicarse a administrar su base dura de apoyo, y renunciar a una agenda ambiciosa. Las elecciones municipales y parlamentarias generan incentivos para seguir ese camino. La oposición probablemente siga liderando las encuestas presidenciales a futuro, y será tentador querer postergar cualquier debate de cambios importantes para ese futuro incierto que es llegar a ser gobierno.

En ese escenario desde Pivotes hacemos el llamado a hacernos cargo de estas crisis, a las que todos hemos contribuido a generar. Es fundamental que podamos transformarlas en prioridades para mantener la vista fijada en el futuro, sin olvidar los dramas que vivimos en el presente. No permitamos que los árboles nos impidan ver el bosque.

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