La Tercera

«Gato negro, gato blanco»

Por: Joaquín Barañao

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Señor director:

En su columna dominical, Daniel Matamala escribió que, tratándose de litio, debemos recurrir a “gatos manchados” para cazar ratones. Esto es, ni amarrarse a un gato negro, en que el Estado sea el único empresario, ni a uno blanco, en que todo se entregue a los privados, sino que apelar a la contribución de ambos.

Es el camino correcto para aprovechar un boom que nadie sabe cuánto durará, pero que, todos sabemos, no será para siempre.

Sin embargo, su pragmatismo pareciera no bastar para la derogación del sinsentido jurídico que desde 1979 mantiene al litio como el único mineral -junto con el torio y el uranio- no concesionable, algo que el editorial de este diario del martes sí menciona. Matamala pareciera confiar en las capacidades del Estado para explorar, identificar los salares idóneos, licitar, asignar y fiscalizar la producción, todo con la urgencia que impone el boom del litio. O quizás ve solo dos maneras para que el Estado reciba una tajada justa: explotación directa estatal o negociar uno a uno “desde una posición de fuerza buenos contratos de explotación con los privados”. Con esta segunda opción se arriesga atraer solo a empresas habituadas a tratar con lógicas estatales, en muchos casos porque en ellas mismas participan sus respectivos Estados.

Si lo que queremos es atraer oportunamente a las mejores empresas, ¿no es acaso un mejor camino el de las concesiones con una regulación de royalty transparente y universal? Sería interesante escuchar su opinión al respecto.

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