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¡Qué fácil es gastar y qué difícil es ahorrar!

Cualquier persona común sabe lo difícil que es tomar la decisión de destinar parte de sus ingresos a ahorro en lugar de gastarlos. No conozco a nadie que diga: “¡Uy que rico! En vez de gastarme $40.000 en un buen restaurante con mi pareja, voy a depositarlo en mi cuenta de ahorro”.

Por: Elisa Cabezón

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Cualquier persona común sabe lo difícil que es tomar la decisión de destinar parte de sus ingresos a ahorro en lugar de gastarlos. No conozco a nadie que diga: “¡Uy que rico! En vez de gastarme $40.000 en un buen restaurante con mi pareja, voy a depositarlo en mi cuenta de ahorro”. El ahorro es como el ejercicio, difícil, pero muy sano. Y esto, que se aplica para las personas, también es cierto para los países. En el contexto del debate sobre el Presupuesto fiscal 2025 es bueno analizar cómo están las cuentas públicas del país y qué rol juega el ahorro en ellas.

El ahorro, tener un gasto menor a los ingresos, permite acumular recursos para enfrentar las incertezas del mañana (y nadie puede decir que el futuro no parece incierto). Lo opuesto genera la deuda: deteriora la cantidad de recursos disponibles para el futuro. En el debate público nuestros políticos siempre tendrán la tentación de aumentar el gasto e ignorar el ahorro, que genera un sacrificio en el corto plazo. Es por esto que el 2001 se creó la regla del balance estructural, que establece cuánto debe ser el gasto fiscal para evitar un crecimiento problemático de la deuda.

El problema es que hace diez años que el gasto público no está siendo disciplinado con la regla estructural. Desde el 2013 que el gasto efectivo del Estado ha sido superior a sus ingresos (déficit fiscal) y la deuda pública no deja de crecer. No es extraño que el sistema político año a año se incline por aumentar el gasto público: al fin y al cabo, las futuras generaciones, las que deberán pagas esas deudas, no son las que marchan y presionan en las calles ni las que votan en las próximas elecciones.

Esta semana ingresó la Ley de Presupuesto del 2025 para ser discutida en el Congreso. El Presidente Gabriel Boric anunció que el gasto fiscal aumentaría en un 2,7%. Durante estos meses de discusión se debe analizar con cuidado si con ese nivel de gasto se cumplirá la meta de un déficit fiscal estructural no mayor al 1,1% del PIB. Y para esto el Ministerio de Hacienda debe evitar caer en la tentación de sobreestimar los ingresos y subestimar el gasto del 2025. OJO: esto les ocurrió en la Ley de Presupuesto de 2024.

Además del aumento constante de la deuda pública en los últimos diez años, esta inclinación de los acuerdos políticos en aumentar el gasto y no fortalecer el ahorro se ve en pensiones.

Desde 2008 las principales reformas han aumentado el gasto fiscal en pensiones, primero creando y fortaleciendo el Pilar Solidario y luego reemplazándolo por la Pensión Garantizada Universal (PGU). En el mismo período ningún esfuerzo se ha hecho por incrementar el ahorro previsional de los trabajadores. Esta tendencia sigue: el Presidente Gabriel Boric ya anunció que el Presupuesto de 2025 busca seguir aumentando la PGU.

En este debate de pensiones, los políticos deberán evitar que el acuerdo sea seguir aumentando el gasto sin fortalecer el ahorro previsional a través de alzas en las cotizaciones hacia las cuentas individuales. Sin ahorro no hay ningún sistema de pensiones que aguante el actual envejecimiento de la población. Miren cómo están los países europeos que han basado sus sistemas previsionales en el gasto del reparto, en lugar del ahorro. ¡Uf! ¡Pobres españoles de las generaciones más jóvenes! Menudita deuda les fue transferida por sus antecesores.

¡Qué fácil es gastar y qué difícil es ahorrar! Pero Chile lo logró entre los años 1990 y 2012, mientras la economía experimentaba altas tasas de crecimiento y el empleo e ingreso de los hogares se multiplicaban. ¿Podremos volver a esas sanas tendencias? Yo confío en que sí, pero se necesita un cambio de enfoque en el debate público, con más políticas de Estado que tengan mirada de largo plazo, en lugar de aquellas que priorizan fines electores de corto plazo.

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