EL MERCURIO

Salir de la trampa de lodo

Por: Elisa Cabezón

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Instalado está en el debate lo que se ha denominado ‘la década perdida’: los 10 años de estancamiento económico del país. Hace 10 años que el porcentaje de la población con empleo formal no crece; desde hace 10 años la tasa de desempleo no ha parado de aumentar; hace 10 años la formación bruta de capital fijo (inversión) dejó de crecer. Ahora, si nos fijamos en la Productividad Total de Factores, que corresponde a la eficiencia en la utilización del trabajo y capital, este no lleva 10 años sin mejoras, sino que 20 años.

¿Cómo salimos de esta trampa de lodo? En economía hablamos de ‘distorsiones del mercado’ cuando existen elementos que impiden que los factores productivos sean asignados de la mejor forma. En Chile tenemos oportunidades para reducir estas distorsiones, lo que puede oxigenar y aceitar nuestra economía. Una de esas oportunidades es reformar el sistema de indemnización por despido, aquel monto de dinero que la empresa les debe entregar a sus trabajadores al despedirlos por causas ajenas a la responsabilidad de ellos, cuyo monto varía según la cantidad de años trabajados.

Nuestro país entrega los mayores montos de indemnización por despido de la OCDE. Mientras en Chile un trabajador con 10 años de antigüedad recibe 10 sueldos por indemnización, la OCDE paga 3,2 sueldos, en promedio. Tener altos costos de despido genera dos equilibrios que perjudican a los trabajadores.

Por un lado, desincentiva a los trabajadores a cambiarse voluntariamente de trabajo, ya que solo reciben el pago si son despedidos. Esta rigidez laboral daña los salarios, dado que reduce el flujo de trabajadores desde empresas de baja hacia alta productividad; los trabajadores se mantienen en puestos en que están poco satisfechos, bajando su rendimiento, y dificulta que el trabajador llegue a una empresa más compatible con sus habilidades.

Y en el otro extremo, una alta indemnización provoca una excesiva rotación de trabajadores en períodos cortos, para así la empresa evitar el pago de la prestación. Esto se traduce en menor capacitación y menores oportunidades de desarrollo laboral y mejoras salariales. Además, una comparación internacional muestra que, a mayor monto de la indemnización por despido, menor es el porcentaje de la población con empleos protegidos por ella. Dentro de la OCDE, Chile es el país con el mayor monto de indemnización y con la menor cobertura de empleos con esta protección.

Para reducir estas distorsiones en el mercado laboral debemos avanzar hacia un sistema alternativo de indemnización, con montos que converjan a los niveles que predominan en la OCDE, acompañado de un fortalecimiento de las prestaciones del Seguro de Cesantía que entregue pagos al trabajador independiente si fue despedido o si renunció voluntariamente.

Si queremos salir de la trampa de barro en que estamos hace 10 años, debemos atrevernos a hacer cambios estructurales que aceiten nuestra economía y generen más y mejores empleos a los chilenos.

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