EnFoco de Pivotes en colaboración con Ex-Ante

Harald Beyer por INBA:

“El abandono de la disciplina y la falta de liderazgo han llevado a la crisis en los liceos emblemáticos”

El ex ministro de Educación y ahora profesor de la Escuela de Gobierno UC, Harald Beyer, en entrevista de En Foco, el programa del centro de incidencia Pivotes, advierte que lo ocurrido en el INBA refleja tres problemas: el abandono de la disciplina escolar, la pérdida de identidad de los liceos emblemáticos y la infiltración de grupos radicales. Señala que el progresismo ha subestimado la importancia de la autoridad en el proceso educativo, y que la falta de liderazgo afecta tanto a la política como a la educación.

EnFoco de Pivotes con Ex-Ante, conversa con Harald Beyer

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Harald Beyer en EnFoco de Pivotes

-Alumnos del Instituto Nacional Barros Arana, manipulando bombas molotov, se quemaron. Hay cuatro estudiantes con riesgo vital. ¿En qué medida refleja una decadencia de la educación pública?

-Este es un fenómeno que tiene tres explicaciones. La primera tiene que ver con un relajamiento que ha habido en que necesita un buen colegio para funcionar, que es una una cierta disciplina, una cierta estructura para funcionar. Cada vez se cree que eso es menos importante. Y la experiencia muestra tanto afuera como en Chile, que esto es fundamental. Se ha renunciado a la disciplina. Ese es el primer factor.

El segundo factor es que estos liceos emblemáticos, han perdido su razón de ser. Ellos educaban a un grupo seleccionado a través de vías académicas y eso de repente se desprestigió. Entonces el ethos de estos liceos está muy cuestionado. Eso ha afectado a las comunidades educativas, cuando se terminó un poco la selección.

Y el tercer tema que influye es que vemos un grupo en Chile funcionando que llamaría radical anarquista, que desarrolló una estrategia para insertarse en estos liceos. Y esto partió hace más de una década. El INBA es un caso donde esto no se neutralizó. Hubo un intento del anterior rector, Gonzalo Saavedra, que dio la pelea, pero nadie terminó apoyándolo.

Este fenómeno de la disciplina se vivió en otros países, pero se ha controlado, volviendo a lo que es la esencia de un colegio que tiene que tener una cierta estructura, una disciplina, para realizar los proyectos educativos. Y eso es más necesario en aquellos lugares donde los estudiantes son más conflictivos. Pero eso parece ser un discurso que hoy día está pasado de moda. Yo me atrevería a decir que hubo un error colectivo, ya que ha olvidado lo que es la esencia del proceso educativo.

-El propio diputado Gonzalo Winter, del Frente Amplio, decía que había un problema de autoridad. ¿Es un poco contradictorio viniendo de un sector que ha sido quizás complaciente con esta falta de disciplina? 

-Hay un discurso progresista que ve la disciplina escolar como una cosa del pasado, una tradición conservadora y no le da el peso que tiene en el proceso educativo. Eso ha lesionado la autoridad pedagógica. La autoridad efectivamente está cuestionada, pero está cuestionada porque se estima que eso está demodé.

La experiencia de los liceos que han sido rescatados en otros lugares del mundo, por ejemplo en el sur de Londres, es digna de imitar, porque estaban en condiciones parecidas al INBA. Lo hicieron volviendo a la disciplina, a la conversación entre profesores y estudiantes. Aquí no hay recetas del pasado. Estas recetas siguen siendo permanentes.

-¿En el gobierno ha habido un discurso de cierta displicencia?

-De una parte del progresismo. Esto es fenómeno global. Pero Chile tiene esa tendencia a subirse muy rápidamente a las modas. Lo vimos en el proceso constitucional, la cosa identitaria, que viene de Estados Unidos. En educación pasa exactamente lo mismo. Se instalan este tipo de modas, que no tienen ninguna base empírica. Y en una parte del progresismo tuvo mucha influencia.

-¿Cómo ves el futuro de los liceos de excelencia?

-El problema de fondo es que son liceos que se construyeron sobre la idea del mérito académico. Habían estudiantes y familias que tenían un compromiso muy fuerte con la educación y por eso aspiraban a esos colegios donde se instalaban mejores aprendizajes y reunían a todos los sectores. En esos liceos se producía una movilidad social que no era posible sustituir en el estado de la educación chilena por otros instrumentos. Se ha demostrado que los liceos emblemáticos no se han logrado reemplazar.

Si uno mira hoy día algunos indicadores muestran que en el 20% superior de desempeño no ha cambiado la proporción de municipales y, por lo tanto, estos liceos realmente no eran un aporte. Esa es la discusión. Pero la verdad es que los liceos emblemáticos no eran sobre el 20%, era sobre el grupo más selectivo, sobre la elite.

Y cuando uno va al 5% o al 1% superior, efectivamente, la participación de la educación pública ha caído. Entonces es claro, más allá de un nombre en particular, la idea que está detrás de estos liceos emblemáticos se desconoció, se dijo que no aportaban valor. Eso no es verdad. Había evidencia que mostraba que aportaban valor y de hecho es tan así que la porosidad en la parte superior de la distribución de puntajes de desempeños académicos se ha deteriorado.

-Respecto al nuevo sistema de financiamiento ¿qué te parece  la propuesta del Gobierno para reemplazar el CAE?

-Creo que el objetivo del gobierno es acercarse a la gratuidad. Sin embargo, el riesgo es que este modelo resulta muy caro, por lo que es necesario controlar los costos. El análisis del gobierno parece suponer que las universidades podrán ajustarse si ven reducidos sus ingresos, pero la verdadera pregunta es: ¿qué tipo de universidad surgirá de esto?

Las universidades han avanzado mucho en términos de producción científica, y este sistema podría cortar las alas a muchas que aspiran a realizar investigación, cultivar el saber y preservar la tradición chilena en la formación profesional. Este modelo es muy dañino y muestra una baja consideración hacia lo que han logrado las instituciones, y lo crucial que son para el desarrollo del país. Aun así, creo que el gobierno está atrapado en esta lógica de la gratuidad, donde el principal objetivo es que el estudiante pague lo menos posible, relegando a un segundo plano el impacto que esto tendrá en las universidades.

-¿Crees que este sistema podría aumentar la segregación entre las universidades?

-El arancel regulado de la gratuidad ya ha tenido un impacto, y este nuevo sistema le agregará otro golpe a las universidades. Muchas no podrán mantener a sus mejores académicos ni sus proyectos más importantes. Las universidades que no se sumen al sistema van a aprovechar esta situación, diciendo: “Voy a esperar, me traeré a los mejores proyectos y académicos, y atraeré a estudiantes que actualmente van a otras universidades, beneficiándome del proceso”.

Es probable que estas universidades busquen alternativas de financiamiento para apoyar a los estudiantes talentosos que no tienen recursos suficientes. Supongo que los bancos podrían estar interesados en ofrecer créditos, ya que esos estudiantes, al tener buenos ingresos futuros, podrán pagarlos. De hecho, para muchos, esa opción será más barata que las cuotas que deberán pagar bajo el nuevo FES, que podría ser más costoso que lo que actualmente presta el Estado.

-¿Crees que el nuevo sistema pondría a competir el crédito bancario con las universidades que no se sumen al FES?

-O tal vez esas universidades abran una campaña de financiamiento para crear un fondo para prestar a los estudiantes que lo necesiten. Van a surgir alternativas. De hecho, los fondos en Estados Unidos surgieron producto de universidades que empezaron a pensar cómo financiar estudiantes que no tenían ingresos.

-¿Por qué crees que la política actual no está logrando abordar todos estos problemas?

-Tenemos un déficit institucional grande. Parte de esto es también el sistema político. Hay muchas propuestas de expertos, como reducir el número de partidos en el Congreso mediante umbrales o prohibiciones de pactos, lo que facilitaría la coordinación entre el Ejecutivo y el Legislativo. Pero, más allá de eso, siento que hay un vacío de liderazgo que no se explica solo por este fenómeno.

Nadie está apostando al largo plazo, nadie está diciendo “mira hacia allá tenemos que caminar”. Y en el informe del PNUD una de las cosas que salen con mucha fuerza es la aspiración de acuerdos y de proyectos colectivos. Pero eso requiere una apuesta, requiere atreverse a plantear las reformas que el país necesita, desarmar cosas que están funcionando mal. Hoy no veo esos liderazgos, ni entre los jóvenes ni entre los políticos veteranos, tampoco en el mundo empresarial, social o académico. La política supone avanzar hacia un país mejor, eso es lo que convoca. El gran desaliento de la ciudadanía tiene mucho que ver con eso.

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