LA TERCERA
El dilema a contrarreloj del litio en Chile
Podcast Crónica Estéreo de La Tercera
Más que nunca, todo el mundo quiere pagar por algo que Chile tiene en abundancia. El auge de la electromovilidad, propulsado en buena medida por la necesidad de abandonar los combustibles fósiles para luchar contra el cambio climático, ha significado una gran demanda por baterías de ion de litio y por lo tanto, de litio, elemento químico que encontramos en abundancia en los salares del norte chileno.
En números, la demanda mundial pasó de 52 kilotoneladas en el año 2000 a 666 en 2022; y se espera que llegue a 2.300 kilotoneladas en 2030. En precios, entre 2000 y 2015 el kilo de litio estaba entre 4,6 y 5,7 dólares. El año pasado, los productores chilenos vendieron en promedio a 46 dólares el kilo. En impuestos, eso significó que el 2022 SQM y la compañía estadounidense Albemarle, las dos únicas empresas productores de litio en Chile, pagaran al fisco 5.032 millones de dólares. Eso es más del doble que lo tributado por CODELCO y más que la suma de toda la gran minería privada del cobre. Motivos para festejar, si vemos el vaso -o la batería- medio lleno.
Pero Chile tiene compañía en el mercado, y esa compañía se está moviendo más rápido y mejor. El predominio que teníamos para principios de siglo -en 2004 Chile producía el 66% de la demanda- lo hemos perdido a manos de Australia, que hoy concentra casi la mitad de la producción mundial. Y nuestro segundo lugar pronto podría convertirse en tercero: Argentina se está moviendo bien y rápido. El gobierno chileno tiene un plan, que pasa por la creación de una empresa nacional del litio. Pero el anuncio de la política nacional del litio se ha ido posponiendo y en el mejor de los casos se anunciará en las próximas semanas. ¿Qué nos detiene?
El Ingeniero civil Joaquín Barañao, quien lideró la mesa de Recursos Naturales del laboratorio de políticas públicas Pivotes y ha investigado la situación del litio en Chile, ha emprendido una verdadera campaña para que el Ejecutivo haga las modificaciones regulatorias necesarias para abrirlas puertas a más actores. ¿Estaremos todavía a tiempo?